En entradas anteriores hemos visto varias áreas donde la tecnología pervasiva puede tener un hueco. Hoy vamos a centrarnos en un área particular: el
teléfono.
Este invento tiene ya casi 150 años: en 1860
Antonio Meucci hizo la primera demostración pública del
teletrófono , aunque nunca llegó a patentarlo por falta de fondos. (De hecho, el Congreso de Estados Unidos en 2002 en su
resolución 269 reconoció que la patente de Bell de 1876 estaba basada en el fraude, y fue de hecho robada a Meucci.) Allá por 1920 se popularizó en las áreas metropolitanas, y en la década de 1950 su uso ya era habitual en todo el mundo. Hoy día las centrales digitales han eliminado las filas de operadoras manuales.
Sin embargo, su funcionamiento sigue siendo bastante similar al de 1920. Un número identifica a cada abonado, y hay que memorizarlo individualmente. Aunque hoy día los teléfonos móviles e incluso fijos siguen la pista de nuestros contactos habituales, el problema es el mismo para la gente que no conocemos. Y qué decir de la catástrofe que supone perder el móvil, y con él todos nuestros contactos.
VoIP. ¿No se puede hacer nada mejor? En realidad la revolución ya ha comenzado, gracias a operadoras online como
Skype y
Vonage. La tecnología se conoce como VoIP, o
voz sobre IP en castellano: básicamente consiste en mandar la señal de teléfono por internet, lo que resulta mucho más barato que los circuitos conmutados.
Circuitos conmutados. Con esta tecnología hay una serie de circuitos disponibles (que vienen a sustituir a las conexiones que antiguamente realizaban las operadoras con un cable); cada conversación ocupa un circuito en cada central telefónica por la que pasa. La capacidad de las centrales está limitada por el número de circuitos que puedan poner a disposición de los usuarios. El coste de las llamadas que resulta de esta disposición es muy alto, porque el mantenimiento de estos circuitos es elevadísimo. Una sola conversación ocupa un gran número de circuitos a través de todas las centrales por las que pasa; cuanto mayor sea la distancia más centrales, y de ahí que tradicionalmente se cobren más caras las llamadas de larga distancia.
Conmutación de paquetes. Esta forma de distribución de información segmenta cada mensaje en una serie de paquetes de tamaño variable, y envía estos paquetes por separado a través de la red. En un nodo cualquiera puede haber un número ilimitado de conversaciones; de hecho, si se comprime la información es posible mandar gran cantidad de conversaciones por cualquier nodo.
La central telefónica casera. Actualmente, cualquier habitante de un país occidental (y de bastantes países en desarrollo) puede disponer de una línea terrestre y de una red celular. Añadiendo VoIP a nuestras comunicaciones habituales se abren un gran número de posibilidades. ¿Sería difícil enrutar nuestras comunicaciones a través de distintas redes, de forma que con un solo localizador estemos disponibles en un fijo o en un móvil? Si tenemos un ordenador haciendo las veces de receptor de teléfono, no tendría por qué ser más complicado que un desvío de llamada tradicional.
Un localizador. Pero la cosa va más allá. Sabiendo que cualquier ordenador conectado a internet puede convertirse en un terminal de teléfono VoIP, las posibilidades se multiplican. Los localizadores ya no tienen que ser números aleatorios; ahora podemos usar una cadena de texto de nuestra elección, similar (y equivalente) al correo electrónico. La enrutación de llamadas puede volverse tan flexible como la enrutación de paquetes, añadiendo el acceso a las redes fija y celular. Así, la central telefónica casera puede localizarnos en casa y desviar la llamada al ordenador del salón; o con el mismo esfuerzo enviarla al móvil si estamos en la carretera. También podría adivinar cuándo estoy llamando a alguien en casa, y evitar el uso de una red costosa (como la celular) pasando las comunicaciones por wifi.
Por supuesto, la posibilidad de mantener todos nuestros contactos sincronizados en distintos dispositivos se haría aún más necesaria que hoy día. También podrían almacenarse en un solo servidor central: la central telefónica doméstica podría proporcionarnos directamente la información de contacto según nos pasa la llamada.
El apagón analógico. Pero esto no es nada todavía. En breve
se liberará gran cantidad del espectro electromagnético, en el que viven ahora mismo las señales de radio, TV, televisión celular e incluso la señal wifi casera. En el llamado apagón analógico, la TV analógica dejará de emitirse; y sólo quedarán las emisiones digitales, que ocupan mucho menos ancho de banda. La porción que queda libre es la famosa banda de 700 MHz, por la que incluso
Google se pelea. Este apagón ocurrirá en USA posiblemente tan pronto como
en 2009; en España el apagón analógico
llegará en 2010.
Está por ver quién va a quedarse los derechos de uso. Si se usa (al menos una parte) para comunicaciones wifi, tendríamos una red pervasiva que cubriría todo el globo. Las operadoras telefónicas podrían perder gran parte de su poder sobre las comunicaciones, por lo que este desarrollo abriría grandes posibilidades para la telefonía pervasiva.