Supongamos que eres un escritor en ciernes. Te gusta escribir, pero no le puedes dedicar todo el tiempo que te gustaría. Tienes que aprovechar los ratos libres que te deja la ardua tarea de ganarte el pan; y a veces son de vacaciones, otras veces en el autobús o en el metro, y puede que incluso estés de corresponsal en un país remoto sin acceso fácil a un enchufe.
Necesitas lo que se conoce como un subnotebook, o un subportátil; también conocido como ultraportable o ultraportátil. Es una categoría que ya existe: máquinas de un kilo y poco más de peso, generalmente pequeñas. La batería debería durar un mínimo de tres horas. Por desgracia, este segmento está plagado de máquinas carísimas: es bastante común tener que gastarse 2000 € para que tu portátil pese menos de 2 kg. Los Sony Vaio han colonizado esta categoría antiguamente dominada por los IBM ThinkPad; Samsung también tiene algunas máquinas muy interesantes. Vuestro amigo León estuvo una vez tentado de gastarse 800 € en una máquina de oferta, un Q40 golosísimo (en una máquina que valía 1400 €; sus 1.14 kg de peso la hacían reina de esta categoría). Por suerte triunfó el sentido común.
A estos precios es fácil imaginarse que estos portátiles están sólo al alcance de vicepresidentes y otras figuras. Sin embargo, la situación está a punto de cambiar. Y el cambio viene de la mano de un personaje curioso, tratado muchas veces como "visionario" pero que rara vez ha estado a la altura. En esta ocasión Nicholas Negroponte parece que ha cantado bingo.
Es el famoso proyecto OLPC, o one laptop per child (un portátil por niño). A un objetivo de $100 por unidad, Negroponte se propuso fabricar un portátil que pudiera usarse en el tercer mundo y ocupar el lugar de los libros de texto en la educación de una nueva generación. Su razonamiento era: los libros de texto son costosos y se quedan desfasados en seguida. Si el coste de educación por niño es de sólo $100 en total, los gobiernos de los países en desarrollo pueden permitirse pagarlo; los libros pueden actualizarse automáticamente (a un coste unitario cero). La creación del libro puede hacerse también de forma más barata, incluso por un equipo de voluntarios; de paso los niños estarán expuestos a la tecnología desde pequeños, lo que los hará más aptos para desarrollar sus países respectivos.
Como siempre, el diablo está en los detalles. ¿Quién hace los libros? ¿Quién paga los portátiles? ¿Vale la pena pagar tecnología obsoleta a ese precio, o es mejor reciclar PCs viejos del primer mundo? El equipo de OLPC ha hecho un buen trabajo en convertir la idea en un proyecto creíble, con una interfaz increíblemente sencilla, y tecnologías innovadoras como una pantalla legible al sol y una batería de alto rendimiento. La parte de la educación está más verde, ya que se ha dejado más en manos de los gobiernos participantes.
Sin embargo, seamos egoístas: incluso aunque nos importe un pepino la educación de estas criaturas, el OLPC ha generado interés justo en la categoría que nos interesa. Intel vio un peligro en estas máquinas con procesadores de AMD y sacó su propia versión, los Classmate PCs (que recientemente han visto su parte de polémica por su uso en Nigeria: Mandriva o Linux). Por su parte, Asus respondió con el eee: un portátil con un precio objetivo de $200 de características similares.
El precio es un asunto obviamente peliagudo. Mientras que se puede pensar que el proyecto OLPC ha fracasado con su objetivo de $100, los promotores aseguran que sigue siendo conseguible a largo plazo. Por ahora se conforman con venderlos a $200, y esperan que con el tiempo (y el gran volumen de ventas esperado) se pueda acercar al objetivo. El Asus eee costará probablemente más cerca de los $300, mientras que el Classmate PC no era barato para empezar.
Ahora el OLPC es un proyecto en marcha. En USA y Canadá está en marcha la iniciativa Give One. Get One, con la que esperan que los ciudadanos de estos países paguen $400 por un portátil para ellos y otro para un niño del tercer mundo. Los $200 del niño son deducibles como donación, consigues un juguete, y además te sientes bien. Sin embargo, el portátil sigue siendo bastante caro.
El interés de esta nueva categoría de ultraportátiles baratos está probablemente más en el primer mundo que en el tercero: ¿quién no le compraría un ordenador a su hijo a ese precio? Y sobre todo, nuestro amigo olvidado del principio: el escritor en ciernes, tiene su máquina perfecta sin necesidad de arruinarse.
En artículos posteriores analizaremos las máquinas más en profundidad. Mientras tanto, hasta el 26 de noviembre tienes la oportunidad de comprarte un OLPC y donar otro, sólo en USA y Canadá.
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